La siesta

Verano (todavía). Penumbra con hilos de luz que se cuelan entre las persianas. Y la siesta, ese raro don de los dioses que los malvados pretenden eliminar de la faz de la tierra en aras de la insufrible productividad...; esa delicia que puede saborearse antes de un buen gazpacho para hacerse borreguera, o después para convertirse en placer de reyes.

Hoy es sábado. Elige tu árbol y tu novela. Intenta leer (no más de dos páginas). Moja el suelo con la fregona... y sueña con ángeles que te llevan de la mano a lugares a los que no llegan aquellos malvados. Duerme.

El sueño de Mustafá